miércoles, 8 de noviembre de 2017

Brañagallones (4 noviembre 2017)

Debido a las obras en la carretera de los Lagos de Covadonga, modificamos la ruta prevista a Vega de Ario y nos encaminamos al valle del Nalón, para contemplar la hermosísima Vega de Brañagallones.


De camino a Bezanes, origen de la ruta, vemos que al pasar junto al embalse de Rusecu, éste honra tristemente su nombre (río seco), y vuelve a mi mente una triste noticia vista esta semana:
La ONU advierte de que la lucha para limitar el calentamiento global a 2 ºC está casi perdida
Como seres limitados que somos, solemos detenernos solamente en las consecuencias de nuestras acciones y no buscamos una visión global a los problemas.
Pero esto no es otro problema más que enfrentamos: es el PROBLEMA.

Esos dos grados traerán unas consecuencias impredecibles para los ecosistemas, los cultivos y la Humanidad misma.
Otras alteraciones climáticas provocaron el año sin verano o las invasiones del final de la Edad Clásica.

No hay banderas, fronteras ni políticos que vayan a detener esto.
O nos concienciamos (y nos hacemos cargo del problema) o quizás en unas décadas no podremos ver la paleta de colores otoñales de un hayedo.
Y realmente eso nos importará un pimiento, porque no va ser ni de lejos lo peor que nos pase.

Pero mejor dejo el cabreo por nuestra estupidez como especie y me centro en deleitarme con el bosque del parque natural de Redes...

Vega de Brañagallones (1225 m)

Salimos de Bezanes rodeados de niebla y un ambiente cargado de humedad. Las previsiones aciertan bastante, y a partir de la comida el cielo nos pondrá a remojo.
La pista que sube hasta la Vega es técnicamente muy fácil (por aquí pasan vehículos a motor), y salvo los veinte kilómetros de distancia, la fuerte subida inicial y el túnel-de-lavado en agua del regreso, se nos antoja un día muy plácido.


Por muy torpes que seamos orientándonos, es prácticamente imposible perder la senda aquí. Aunque mejor no digo nada, peores cosas se han visto:
Rescatan a dos montañeros, uno menor de edad, enriscados en la Ruta del Cares
La seronda nos ofrece unas estampas inigualables con la hojarasca portando sus mejores galas que van, elegantemente, desde el ocre al carmesí.

Tras el bosque y la subida iniciales, el valle se abre ante nosotros y la pista se vuelve más llana, regalando unas preciosas vistas, aunque limitadas: debería verse la Peña'l Vientu, Cantu l'Osu... lejos no vemos na de na.

Mirador Texu l'Oración

Túnel del Crestón

Sin habernos mojado apenas, llegamos a la hora de comer a Brañagallones. Luego ya habrá tiempo de empaparse. La vega, situada a unos 1200 metros de altitud, es un precioso circo glaciar donde se ubica una majada y un hayedo.
Muy amablemente, los guardas nos permiten comer dentro del refugio (reabierto en 2016). Queso de oveja latxa, bizcocho casero-checo, dadinhos brasileiros, chocolate, cerveza, orujo... no lo hacemos mal, no. Aquí volveremos seguro a pasar una noche:
Llegando a la Vega. Al fondo, el refugio

Después de comer y de un orujo, la sonrisa nos sale más natural

Empieza a diluviar y bajamos casi corriendo al autobús, para cambiarnos y esperar mejores tiempos futuros, de sol en las excursiones y de una conciencia más global. Qué bonita es la naturaleza, protejámosla para los que vengan detrás...

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