(Etapa anterior: Salas - Tineo)
Un viento llegó por Cezures
y se llevó los balagares,
si llegase por Obona
se llevaría a los chavales.
(dicho popular)
Mi padre era pastor. Nació en Obona, una aldea encajada en las laderas de la Sierra de Tineo, hijo de una viuda y hermano de muchos hermanos. Para que su familia pudiera comer, tenía que ayudar aun siendo un niño, trabajando muy duro, llevando él solo el ganado por los montes, acompañado sólo de un perro y de su valor. Miseria, hambre y frío. Y soñar soñando algo mejor.
Mi padre no fue un niño, no pudo serlo. Tuvo que crecer rápido, y dejando todo atrás se vino a Oviedo para seguir trabajando y soñando. Gracias a él y a mi madre, yo y mis hermanos pudimos estudiar y tener la vida que había soñado para sí mismo. Mi padre murió el año pasado, y al traer mis pasos por su tierra, viene a mi memoria su recuerdo.
Panorámica de Obona y de su monasterio |
La etapa cuarta del Camino Primitivo lleva de Tineo a La Puela, y como es algo larga incluso para nosotros (más de 30 kilómetros), acortamos el primer trozo saliendo de Obona, aldea conocida por su monasterio de Santa María la Real. La aldea y su monasterio cobraron mucha importancia en la ruta jacobea, hasta el punto que se considera que su nombre se lo dieron los peregrinos franceses (eau bonne) por la excelente agua que aprovisionaban en el lugar durante su camino hacia Santiago.
Santa María la Real de Obona |
Claustro |
El bello y sobrio monasterio -y su iglesia-, fundados supuestamente en el siglo VIII, consta de una variedad de estilos arquitectónicos y se encuentra en un estado lamentable de abandono. En uno de sus documentos figura la más antigua referencia escrita de la sidra en Asturias: los siervos deberían recibir sidra si fuera posible. Cuánta sabiduría.
Parecía que iba a llover, pero los guías del Grupo reservaron la lluvia a las 16:00 horas |
Estamos un rato merodeando por el monasterio, hacemos algunas fotos, y partimos para continuar nuestro camino, que discurre por los montes que rodean la zona, inmersos en un precioso bosque de castaños y robles. Siguiendo la senda y las flechas amarillas, llegamos hasta Villaluz, donde nos damos un respiro y conversamos con los lugareños, y más tarde continuamos hacia Vega del Rey.
Ya no se hacen paisanas como las de antes |
En Tineo las lindes de las fincas son contundentes |
Desde aquí la ruta se hace algo más pesada, ya que avanzamos por la carretera: el asfalto es duro para los pies y hay que tener cuidado con el tráfico. Atravesamos varias aldeas: Campiello, El Espín... hasta llegar a Borres, donde -al fin- abandonamos la carretera y seguimos por caminos. En este punto está el cruce para seguir por Hospitales, un bonito desvío que rodea por los montes y aparta de Pola de Allande, pero que nosotros no vamos a tomar.
Somos muy rurales |
Llaneando atravesamos fincas y bosques, y aldeas recónditas como Samblismo y la Mortera, donde comemos en una nave agrícola. Después del atracón de hidratos, el camino empieza a picar algo hacia arriba, para que, después de Porciles, llegar al alto de Lavadoira (815 m), única complicación de la jornada.
Son las 4 de la tarde y sólo nos queda bajar hacia La Puela, y aunque el valle es precioso, la lluvia llega puntual y no podemos hacer mucho más que darnos prisa y poner ropa seca en el autobús. Nos reconforta la senda dejada atrás y una -varias- cerveza artesanal Deva, de la tierra que pisamos hoy. ¡Buen Camino!
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