viernes, 21 de diciembre de 2018

Tuiza - Peña Cerreos (1 diciembre 2018)

La crónica de hoy la escribe una de las personas importantes para el Grupo y muy habitual en nuestras salidas. Como prefiere mantenerse en el anonimato no diremos su nombre. Pero deleitémonos con su maravillosa y colorida prosa con la que describe la excursión:

El 1 de diciembre nos despertó a todos con un aire húmedo y con la amenaza de la lluvia. Pero los verdaderos montañeros nunca dan marcha atrás. Además, es normal. Estamos en Asturias. Temerarios, nos reunimos en el lugar de siempre antes de la llegada del bus. Gente de siempre, gente nueva – nuestro grupo es orgánico, diverso y alegre.

Cambiamos de nuevo la ruta por motivos meteorológicos y nos dirigimos hacía el municipio de Lena donde desayunamos para coger fuerzas. Nos espera una ascensión de 1000 m hasta Peña Cerreos (2111m). Oviedo se queda atrás. Vamos a conseguir unas horas para salir de una sociedad que nos clasifica por profesiones. Los instintos primarios nos piden aire fresco y movimiento del cuerpo.

Vega de Meicín, al fondo a la izquierda Peña Cerreos (2111m)

Dejamos atrás la civilización, nos perdimos en conversaciones sin fin, el camino promete paisajes cautivantes para distraer los ojos sin cansarlos delante la careterra LE-8 que nos lleva hasta Tuiza de Arriba. Llegar a Tuiza de Arriba es una suerte para los amantes de la montaña. Aunque conserva pocos ejemplos de arquitectura tradicional es un punto de referencia para coger varias rutas de montaña (Macizo de Ubiña, Xomezana, Tapinón, los puertos de Agüeria, La Mesa). Wikipedia nos dice que desde 2006 el pueblo es parte del Parque Natural de Las Ubiñas- La Mesa. A 1280 m de altitud dibujamos con los ojos un círculo perfecto de montañas que nos llaman: "Las montañas me sitúan dentro del cosmos, y ante ellas tomo conciencia de mi insignificancia." (Jorge Egocheaga).

Equipados, listos, ¡ya! No, no es una competición. Son las ganas de pisar un poco de nieve y disfrutar, disfrutar, disfrutar... Para este viaje le hemos preparado una sorpresa a Peña Cerreos.

Las Ubiñas

El tiempo nos acompaña. Tuvimos suerte de no terminar la ruta empapados como en otros viajes. Finales de otoño, paisaje melancólico, bosques desnudos, caminos de fuego por el color de las hojas en el suelo, rincones con poca nieve. Subimos por el camino empedrado de verano que discurre por la margen derecha de un arroyo. La ascensión parece un poco fatigosa al principio pero técnicamente simple. Nos faltaba el ejercicio. Igual desayunamos demasiado. Pero nadie se queda atrás. La naturaleza ofrece mucho silencio en esta época. Los animales han vuelto a los pueblos. Se acerca el invierno. Solo algunas risas sueltas de nuestro grupo llenan el camino hasta el refugio instalado en la Vega de Meicín situado en el corazón del Macizo de Ubiña a una altitud de 1560m. Los cuatro puntos cardinales te enseñan un paraíso: Peña Ubiña, Cuetu les Cabres, Valle de Covarrubia, Puerta de Arco, Castillines, Portillines. El paisaje nos invita a quedarnos. Paramos unos minutos para respirar hondo y probar el turrón. Sí, tenemos costumbres en el grupo. En verano mamá pato nos deleita con melón para refrescar. Con la llegada del frío, la Dra. Ana Mañanes siempre tiene turrón para un grupo de casi 60 personas. ¡Es impresionante la amabilidad de las personas en el grupo!

Llegando al Meicín

"Verde que te quiero verde" (Federico García Lorca). No solo a Lorca le gustaba el verde. Nosotros lo combinamos con el gris de las rocas duras y la poca nieve para pintar un cuadro mental; creamos recuerdos igual de ricos como el turrón. Las verdes praderas alrededor del refugio parecen tranquilas sin los animales. Los rincones conservando algo de nieve nos avisan que el barro no nos va a faltar. ¡Que levante la mano el/la que no resbaló por el barro por el empinado prado que sube hasta el Alto Terreos! La cuesta de la Guariza no es nunca fácil: “En realidad de eso se trata, de superar dudas y temores confiando en las propias posibilidades. Solo queda salir de la tienda e intentarlo.” (Jorge Egocheaga). Tuvimos la impresión de que fue la parte más dificil. Al llegar al Alto Terreos nos encontramos con un viento fuerte helando nuestras narices. A veces hay que mirar el lado positivo. Las nubes, el viento polar, la niebla despertaban un mundo agresivo para el ser humano pero llenaban de vida el valle. La cumbre de Peña Cerreos estaba a nuestro alcance. Seguimos por la línia divisoria de provincias por un camino empinado donde la hierba pálida y las piedras se entremezclaban. Poco a poco llegamos a la cumbre una hora después del mediodía. La nieve en la cumbre fortificada con restos militares de la Guerra Civil nos hizo olvidar del viento durante unos minutos. A 2111m no era el lugar idóneo para disfrutar la comida. Nos nutrimos con el paisaje invernal de los picos más altos de alrededor y buscando con la mirada Los Picos de Europa. Encontramos un hueco en las piedras para dejar un pequeño recuerdo de nuestro grupo. Las fechas de las fiestas se acercan a toda velocidad y decidimos hacer un belén de cumbre con materiales biodegradables. A veces no se trata de la religión, dejamos allí una huella de nuestros pensamientos y deseos: "que este belén sea un pequeño grano en la montaña, que nos ayude a recordar que debemos cuidar y cuidarnos. Hacer de este mundo un lugar mejor." ¡Gracias a Sonia y los demás que hicieron este regalo!

Subiendo al alto Terreos

Peña Ubiña "la Pequeña"

En la cumbre

Por vistas así merece la pena subir aquí

Belén de cumbres ecológico y ecologista

El descenso siempre está más dulce si sabes que abajo te espera una bebida caliente y un lugar donde el viento está prohibido. Bajamos con mucho cuidado. Algunas piedras heladas nos pueden hacer perder la concentración. Llegamos de nuevo a la depresión de Alto Terreos y nos dimos cuenta que el viento belicoso no nos dejaba bajar tranquilos. Nadie puede domar un espíritu libre y sin descanso como el viento. Hasta Álvaro Mangascortas tuvo que sacar el cortavientos de su mochila. Los milagros pasan todos los días. Algunos, guardando el alma y la felicidad de un niño bajaron en trineo por los sitios con nieve. En este caso el mejor trineo es el cuerpo. Otros probaron por el barro ¡pero no es lo mismo! (risas en español, italiano, portugues brasileño, inglés, rumano, checo etc.). Nos reunimos todos en el refugio de Meicín para calentarnos y comer tranquilos. Gracias al guardia Alejandro, disfrutamos de bebidas y sopas calientes. Solo Calixto tenía otra fórmula mágica para calentar fuera y no dentro: con termo, orujo, y plátano.

Orujo, termo y plátano: bodegón montañero (por Calixto)

Deseosos de llegar al bus, bajamos por el mismo camino animados por el calor y la simple felicidad de haber comido el bocadillo. No fue dificil leer todas las caras y ver la felicidad. Tuiza y sus montañas tienen su encanto. Seguro vamos a volver escogiendo otros caminos. ¡Hasta la próxima!

"Si una nube lejana me saluda, si hay un ave que canta, si una muda y recóndita brisa inmola el desaliento de las rosas, si hay un rubor de sangre en la imprecisa hora crepuscular, yo me conturbo y tiendo mi sonrisa." (Salvador Novo)             

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miércoles, 28 de noviembre de 2018

Torrestío - Puerto de San Lorenzo. Camín Real de la Mesa (17 noviembre 2018)



Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero, romero..., sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.

(León Felipe)

El Camín Real de la Mesa discurre a lo largo de los municipios de Somiedo, Teverga, Belmonte de Miranda y Grado (en Asturias), y San Emiliano (León), atravesando parte de los espacios protegidos del Parque Natural de Somiedo, el Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa, y el Paisaje Protegido del Pico Caldoveiro. Su historia se remonta, como mínimo, a los momentos previos a la conquista romana. Dado su origen prerromano, se encuentra jalonado por multitud de estaciones megalíticas y necrópolis.

En este trazado existió una calzada romana que comunicaba Asturica Augusta (Astorga) con Lucus Asturum (probablemente la actual Lugo de Llanera), y los romanos la incluyeron como prolongación al mar de la Vía de la Plata. Es una de las vías antiguas más emblemáticas de cuantas cruzan la Cordillera Cantábrica. Se cree que el jefe bereber Munuza, tras ser derrotado en la Batalla de Covadonga por Don Pelayo, intentó salir de Asturias a la Meseta por este puerto. En siglos posteriores pasó a formar parte de la ruta de los peregrinos hacia Santiago. Durante toda la Edad Media fue la comunicación principal para personas, ganado y mercancías con tierras de León y Castilla, siendo una de las principales vías de comunicación con la Meseta hasta mediados del siglo XIX.

Y fue usado intensamente por los vaqueiros de alzada (vaqueros trashumantes asturianos). De hecho Torrestío fue un pueblo usado históricamente por los vaqueiros como residencia veraniega.

Su patrimonio histórico artístico es muy rico, de la época del reino astur queda la bien conservada iglesia de Santo Adriano de Tuñón. En cuanto al románico, han llegado hasta nuestros días importantes templos como el de la Colegiata de San Pedro de Teverga del siglo XI.

Marcada con el código GR-101 de senderos de gran recorrido, consta de 3 etapas:
  • Torrestío - Puerto de San Lorenzo
  • Puerto de San Lorenzo - Dolia
  • Dolia - Grao
Fuentes: caminrealdelamesa.es y desdeasturias.com

Torrestío - Puerto de San Lorenzo

Es sábado y después del madrugón tradicional el autobús enfila la autopista del Huerna y todos los asturianos suspiramos de melancolía al atravesar el Negrón, como tantas historias de emigrados que se buscan las lentejas en la capital o más allá.

Partiendo de Torrestío nos acompaña un viento sur bastante frío y una abundante niebla que se anuda a las cumbres. La cordillera cantábrica en esta ocasión ejerce de paranubes pero al revés: al pasar a nuestra querida Asturias poco a poco el sol nos recibe y nos alegra la excursión.

Puerto de la Mesa (1840 m)

Bosquetes de abedules nos reciben con su precioso colorido, aunque ya bastante desnudos

La luz decrépita y horizontal de noviembre nos regala unos tonos otoñales espectaculares en el cordal de la Mesa, a caballo entre Somiedo y Teverga. 

Qué silencio y qué luz, una bendición este sábado de noviembre. Vientos del Sur, aire de las castañas. Y el camino trascurre plácido entre altas brañas.


Esta peña (llamada Prieta creo) me recuerda mucho al Pico Torres

Las vistas del valle de Saliencia y las montañas que lo rodean son impresionantes

Sierra de los Bígaros

Braña, teito y Uniovi Grupo de Montaña

De postre: este ocaso mientras nos quitamos la ropa sucia

Un primoroso día de otoño para perderse y encontrarse en caminos milenarios. ¡Hasta la próxima!

(Etapa siguiente: Puerto de San Lorenzo - Dolia)

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jueves, 25 de octubre de 2018

Poncebos - Bulnes - Pandébano (20 octubre 2018)

Hoy toca despedirse por esta temporada de los Picos de Europa. En breve se taparán con su blanca manta para descansar en silencio otro invierno más. Hasta el verano que viene no volveremos, cuando el sol libere los caminos y sus moradores (rebecos, buitres, ¿gigantes?) nos dejen regresar.


El Parque Nacional ya es un venerable anciano centenario que hay que tratar con consideración para que conserve su salud y buen humor. Nuestro abuelo de las montañas tiene que vivir al menos cien años más; quisiéramos que fuera para siempre. Es algo cascarrabias, bruto y de encanecida barba, pero generoso. Como el abuelito de Heidi. Mejor no hacerlo enfadar.

Acostumbrados a la rutina de los sábados -uno sí, uno no- despertamos sobre las 7. Mejor dicho nos levantamos. Aún queda mucho para despertar. Desayuno, mochila, ducha, salir corriendo. Tengo la sensación de que se me olvida algo: ¿las gafas de sol, la cremina solar, el bocadillo? El bus no espera o sí que espera. Siempre hay gente que llega tarde. Paciencia, paciencia por favor. Intentad ser puntuales. Abrazos, risas, las preguntas habituales (¿llego ya Ana Mañanes? ¿viene hoy Jesús?). Que fame y que sueño. Todos a bordo, que vamos a despegar.

Dan buen día y nos dirigimos al oriente astur. Aunque el sol está perezoso como nosotros y sólo se deja vislumbrar. Lo cubre una cortina de ligera niebla matutina.

Bello amanecer desde el autobús. Por autopista nadie se marea ¿eh golfos?

Entre ronquidos y arrepentimientos de la fiesta del viernes noche, arribamos a Arenas de Cabrales. Queremos pincho y lo queremos ya. Nos repartimos por los diversos establecimientos. Somos Atila y sus hunos sedientos de botín: el piscolabis. Algunos ya desayunaron en casa. No me extraña que seamos el terror de los camareros, ya que nos agolpamos en la barra y es imposible atender a 40 personas de golpe. Más paciencia por favor.

La visita al baño extrema es un must del grupo. Imprescindible. Largas colas se forman curiosamente cuando quedan 5 minutos para la hora de salida. "Chicos, en 5 minutos nos vamos, si alguien tiene que ir al baño...". Debe de haber conexión directa entre el tímpano y la vejiga -vía cerebelo- y más de uno, al oír tal recordatorio, sufre de repentina incontinencia. Depósito de paciencia en la reserva: hay que repostar.

Saliendo de la villa la carretera se torna serpenteante hacia las estribaciones de las altas cumbres calizas de la cordillera. El sol nos recibe gentilmente llegando a Puente Poncebos, donde también nos dan la bienvenida hordas de turistas con ganas de patear el Cares. Por suerte nosotros nos desviamos para usar la GR 202 - Ruta de la Reconquista.
 
Poza hermosa en el Cares, perfecta para un bañín / ahogar turistas

El camino a Bulnes era la vía usada para ir a Vega de Urriellu pasando por Pandébano, antes de existir la subida por las invernales de Sotres, que es lo habitual ahora. De esta forma se ahorran unos 1000 metros de desnivel. Antaño para llegar al refugio ya se gastaba un día entero (aprox. 2000 m desnivel, 10 km, 8 horas).

Bulnes, Sotres, Tielve, Tresviso, Bejes... ¿qué llevaría a sus primeros habitantes a vivir allí, tan lejos de todo, con una vida tan dura? ¿De qué huían? ¿No tenían otras tierras donde asentarse? Preguntas, preguntas.

Bulnes de abajo

Bulnes de arriba o el Castillo

Al poco de iniciar la marcha desde Poncebos nos apartamos del Cares cruzando el puente de la Jaya e iniciamos la subida a Bulnes, el único pueblo asturiano sin acceso rodado. Si eres un poco vago puedes usar el funicular. Y si te sobra la pasta. Casi 20 euros el viaje. Si pulsas este enlace verás que lo gestiona nuestra compañía de autobuses preferida. Ya decía yo, ya. Infraestructura financiada con dinero público. Beneficios privados. Tin ton tin: próxima estación, Bulnes. Rogamos vigilen sus pertenencias.

Decir que la subida a Bulnes es espectacular es quedarse corto. Lo que te pierdes por usar el funicular.

El camino repta pegado a la roca caliza y zigzaguea una vez, otra vez. Y otra vez. Hasta llegar a la preciosa villa. Me gusta Bulnes. Tiene tantos bares como casas. Yo quiero una casita aquí. Aunque para ver el Picu se necesita subir un extra. Y sufrir. Son sinónimos.

Nos reagrupamos en este punto. El estado físico del grupo es tirando a flojo, tengo que ponerlos a tono. Eso sí, voluntad no falta: nadie se queda aquí y todos queremos subir a Pandébano. Y eso que opciones culturales no faltan para pasar una buena tarde de sábado. Cuando digo culturales ya sabéis que hablo de chigres. Comer y beber es parte de la cultura de un lugar.

El caminín empedrado que sube a Pandébano parece formar escaleras. La roca está bastante gastada y en algunos puntos hay barro. Mucha precaución para bajar, no vaya a ser que alguno se disloque algo. Romper una piedra con la cabeza es otra posibilidad. O ambas a la vez. 2x1.

La caliza y los espacios abiertos dejan paso a la espesura y la foresta nos sorprende con sus colores otoñales, aunque todavía es pronto para ver la paleta completa de tonos pardos. Sería necesario volver un par de semanas después.

Verdes brañas, hojas de otoño, rocas blancas, sol y cielos azules. Yo me quedo aquí

Picu Urriellu entre neblina. Amo y señor de estas alturas

Con cierto esfuerzo dejamos atrás el bosque y un sol resplandeciente, junto a un cielo limpio y azulísimo, nos alegran la parte final de la subida. Los espacios se vuelven a ensanchar. Estamos ya en las majadas del collado de Pandébano. Nuestro Urriellu también nos saluda y no se me ocurre mejor lugar para comer (y si pudiera: dormir la siesta). El día y el lugar están inmejorables.

Nuestro grupo, que estaba muy alargado por la estrechez de la ruta, va llegando poco a poco. Sentados y felices, comemos. También charlamos y reímos. Aquí reina la armonía. Nos dura poco, hay que bajar y volver al mundo real. Lástima. ¿Y si me quedo en una cabaña? Del alemán de Corao al informático de Pandébano.


Debilitados por el tiempo y el destino, pero resueltos
a luchar, buscar, encontrar y no rendirse jamás.

(interpretación: poneos en mejor forma)

La bajada resulta pesada y larga, las "escaleras" de piedra con barro son peligrosas. Estábamos muy bien allá arriba. Mucho cuidado. Reagrupación en Bulnes y sin parar hasta el autobús.

Carreta y vuelta a Oviedo. Espero que los Picos de Europa nos esperen el año próximo. Nuestro agradecimiento al señor-jefe de todo esto: Raúl. Sin ti esto no sería posible. Todos te queremos un montón. Hasta la próxima. Quiero ver más montañas y azules horizontes.

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martes, 9 de octubre de 2018

Los Albos desde la Farrapona (6 octubre 2018)

¿Es la montaña un paisaje a fotografiar, una pista de atletismo (dice Messner que es en lo que se ha convertido), algo cultural?
Si dijera que es la combinación de actividad deportiva, gusto estético por el paisaje y una manera sana de socializar, creo que me quedaría corto.
Para nosotros es un punto de encuentro entre ser humano y naturaleza, entre amigos de aquí y de tierras lejanas, entre la vida rural en extinción y la modernidad (¿postmodernidad es más preciso?).
Y si de paso nos cansamos un poco, comemos -bebemos- y cantamos, entonces rozamos la perfección.

Somiedo es el sitio donde comienza la temporada montañera 2018-19.
Lago de la Cueva y al fondo Albo Or.

Ya llevo 6 años trabajando en esta casa (uniovi) y al poco de entrar empecé con el Grupo de Montaña. Pasó el tiempo sin casi darme cuenta y hasta hoy: muchos kilómetros en las piernas, más sabio, más viejo y más feliz. No tengo mejor manera de celebrarlo que desayunar en el Cela y enfilar el puerto de la Farrapona para llegar al precioso entorno de Saliencia.

Valle glaciar de Saliencia, con el puerto de la Farrapona. Arrepentidos del desayuno: tantas curvas son propicias para el uso y disfrute de bolsas para el mareo

Nuestro objetivo de la jornada es visitar los 3 lagos principales de Saliencia (lago de la Cueva, Calabazosa y Cerveriz) e intentar coronar las dos cumbres del macizo que los separa del lago del Valle: los llamados Picos Albos, el oriental (2109 m) y el occidental (2066 m). Separados -aunque muy pegados- por un collado. Hermanos siameses estos blancos albos.

Después de los generosos pinchos del Cela, el mareo de las curvas y la persecución a una congregación de vacas de paseo por la carretera, el autobús llega al fin al alto de la Farrapona. Aquí empezamos a caminar por una antigua pista de uso minero que nos lleva al lago de la Cueva. La pista daba servicio a la mina de hierro Santa Rita, activa desde el siglo XIX hasta los años 70, de cuyo pasado quedan como vestigios las tonalidades de rojo ferroso presentes por todas partes.

Lago de la Cueva y mina Santa Rita, lo que se da no se quita

Subimos un collado y nos asomamos al siguiente lago, el Calabazosa. La gente montañera convocada hoy, con algunas nuevas incorporaciones, está algo perezosa y le cuesta andar rápido. El viento no deja detenerse a las nubes, el cielo nos pone una larga cara gris. Es un gesto contrariado con amenaza de lluvias. Aligeremos el paso o nos vamos a duchar antes de tiempo.
Las tierras somedanas son el paraíso de los geólogos. Estructuras carboníferas y calizas, estratos verticales y modelado glaciar en profundos valles, circos, morrenas y lagos. Cicatrices de un tiempo en el que hacía más frío.

En estos parajes la caliza y el agua generan fenómenos kársticos: el agua se filtra por las rocas y fluye subterráneamente creando profundas simas. En un futuro es posible que no haya más lagos en Somiedo, se los tragará la tierra. ¿Y dónde aparecerá ese agua? Uff, este tiempo cambiante me produce dolor de cabeza.

Lago Calabazosa

Seguimos para rodear la ribera del lago Cerveriz, quién pudiera bañarse aquí. Sobre nuestras cabezas las cumbres prometidas de hoy -qué pereza- parece pensar el Grupo. Hay que ponerlos en forma.

Lago Cerveriz con Albo Or. y detrás, asomando a la derecha, Albo Occ.

Llegamos a unas cabañas en la veiga Cerveriz, y es en este punto donde comienza la ascensión. El terreno es algo complejo: aunque está jitado, la empanada del amado líder y la variedad de caminos nos hacen tomar una ruta personalizada.

Subiendo por una canal hacia cumbres borrascosas

A casi 1900 metros de altitud, en un collado a los pies del Albo Occidental, mirando hacia el valle del Lago divisamos la lluvia a lo lejos y muy prudentemente damos la vuelta. No nos apetece un Susarón volumen 2. Acertamos de pleno, las nubes se enroscan en las cumbres y descargan una cortina de agua que nos atrapa en la bajada. No nos dejará ya libres, sólo el autobús nos salvará.

Bajando el puerto otra vez perseguimos vacas, serán las mismas de antes, será una costumbre de la zona. Vacas cívicas que usan la vía pública. De vuelta al Cela para la cerveza nos topamos con una peculiar boda y unos moteros ingleses. La boda está extrañamente silenciosa y somos nosotros los que ponemos algo de ambiente ¡Vivan las novios!

Grupo de Montaña Uniovi: bodas, banquetes y comuniones

En Oviedo seguimos con la postruta. Dentro de 15 días nos veremos en los Picos de Europa, para entonces más y mejor. ¡Adiós!

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jueves, 31 de mayo de 2018

Ruta del Alba (26 mayo 2018)

La sequía del estío pasado se acabó al llegar la lluvia, la lluvia de mayo que como una visita inoportuna y necesaria, nos alegra cuando viene (y cuando se va).

¡Cuán hermosa tú, la desvelada!
Te lleva y te moldea dulce viento
encima de jardines y de estatuas.
Tu cuerpo es el de Venus en la orilla
eternamente mar dentro del alba.

                                                        Carmen Conde Abellán - Lluvia en mayo

Esta temporada de montaña la recordaremos por la precisa regularidad de las borrascas que entran en Asturias: todos los sábados en los que hay montaña tuvimos una sobre nuestras cabezas. Y para terminar el curso montañero 2017/2018 una última borrasca, que viene con previsión de tormentas eléctricas. Justo para hacer la subida más complicada que habíamos planificado -Los Fontanes-. No tenemos más alternativa que modificar la excursión para velar por la seguridad del Grupo, y ya van unas cuantas veces este año. Cambiamos a la sencilla pero espectacular Ruta del Alba. Los Fontanes (y el resto que no hicimos) tendrán que esperar a la temporada próxima.


El sábado 26 de mayo se presenta gris, lluvioso y melancólico. Tanto que mucha gente se queda en la cama y sólo somos unas 30 personas. Hacía mucho mucho tiempo que no éramos tan pocos en una excursión del Grupo de Montaña Uniovi. Hacemos recuento, partimos por la carretera que recorre el valle del Nalón y desayunamos en el Balcón de Redes. Sin dilación empezamos a caminar desde el bonito pueblo de Soto de Agues, ya que la previsión indica que la tarde será más lluviosa todavía.

Sin duda alguna, es una de las rutas más conocidas de Asturias, y razones no faltan para ello. Declarada Monumento Natural, esta pista, fundamentalmente ganadera, aunque también lo fue minera, se encuentra en el fondo de un valle y discurre en todo momento junto al río Alba o Llaímo.

El paisaje, la vegetación y la fauna abruman, pero sobre todos ellos el elemento fundamental es el agua. Agua en rápidos del río, remansos, pozas, arroyos que se cruzan, fuentes y abrevaderos, o en hilillos que salen de la roca creando travertinos.

Una de las múltiples cascadas que se pueden contemplar en la ruta

Y quizás el agua nos dé uno de los elementos del paisaje más bonitos y llamativos de la ruta, las cascadas, sobre todo dos que embellecen aún más esta ya de por sí espectacular senda. Sus límpidas aguas acogen al mirlo acuático y el martín pescador, y en las laderas de las montañas, que llegan al río, podemos observar con paciencia, detenimiento y prismáticos los ciervos que viven en ellas.

La ruta comienza en la localidad de Soto de Agues. Es un sendero hormigonado en la mayor parte del recorrido, salvo el último tramo, siempre ascendente y en dirección Sur. La entrada a la ruta está bien señalizada en el pueblo en postes informativos. Comenzaremos caminando por la margen de varias fincas.

Soto de Agues

Recorrido el primer kilómetro, entramos en el comienzo real de la ruta, donde encontraremos la piscifactoría a nuestra izquierda; ésta será nuestra primera toma de contacto con el río Alba. A los 800 metros, a nuestra izquierda aparece un puente con un indicador que reza: "No pararse, una persona cada 5 metros".

A partir del kilómetro 2, comienza el desfiladero del Alba, el valle empieza a estrecharse y el río avanza más cerca del camino. Pocos metros más adelante, en la peña que se alza a nuestra derecha, podemos ver una formación rocosa en forma de cuerno a la que los lugareños llaman "el Vigilante". De aquí en adelante podremos observar pequeños saltos de agua en el río, que irán creciendo a medida que avancemos en sentido opuesto a su cauce.


Llevaremos andados unos 3,4 kilómetros desde el inicio de la ruta y a nuestra izquierda hayamos una pintoresca casita, a la que se accede por un puente de madera, que proporciona más encanto si cabe al paisaje que se nos presenta. A la derecha, los restos del cargadero "El Campurru", una antigua construcción reconquistada por la naturaleza que era parte de la infraestructura de la mina del Carmen.

Dos kilómetros más adelante, encontramos una zona de descanso en la margen izquierda del camino y una bifurcación. Avanzaremos por el camino de la izquierda, que a partir de aquí dejará de estar hormigonado.


En este punto del trayecto comienza el tramo de más pendiente, donde encontraremos los mayores saltos de agua de la ruta, algunos de hasta diez metros de altura. Cuidado en esta zona, pues, aunque haya algunos pequeños tramos acondicionados, el suelo puede resultar resbaladizo.

A la altura del kilómetro 6,8, encontramos un amplio puente que nos da paso a la Cruz de los Ríos, que pone punto final al recorrido de ida de esta ruta. Unos metros más adelante hay un área recreativa bien acondicionada para poder descansar antes de emprender el camino de vuelta por donde vinimos.

Area recreativa de la Cruz de los Ríos

Extraña criatura paquidérmica surgida del bosque y de las aguas

GM Uniovi: aunque llueva, nieve o truene

Al final la lluvia no fue para tanto, y ni rastro de tormentas ni rayos. En buena compañía todos los días pueden ser soleados. Se acaba otra etapa más y siempre nos acordamos de las personas que se van. Pero también de las que vienen. Ha sido un placer. El curso próximo más y mejor. Ahora toca descansar y un poco de playa -si el tiempo lo permite-. ¡Hasta pronto amigos!

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jueves, 24 de mayo de 2018

Vegarredonda (12 mayo 2018)

Nuestros Picos, esas hermosas y salvajes torres calizas, tan singulares, tan caóticas, llegan a su primer centenario.


Bueno, estas jovencitas no (ya llevan a sus espaldas algunas decenas de millones de años, desde la orogenia alpina) sino el Parque Nacional Picos de Europa, el primero de España, creado en 1918 con la idea de proteger este paraje inigualable, y conseguir en la medida de lo posible, un equilibrio entre el ser humano -presente aquí desde tiempos inmemoriales- y la naturaleza.

Tres macizos principales lo conforman, de oeste a este:
  • Occidental o Cornión (Peña Santa 2596m)
  • Central o de los Urrieles (Torrecerredo 2648m y el mítico Urriellu 2510m)
  • Oriental o de Ándara (Morra Lechugales 2444m)

Acotados y separados por los ríos:
  • Sella y Dobra  (por el oeste)
  • Cares (separa m. occidental y central) 
  • Duje (separa m. central y oriental)
  • Deva (por el este)


Se llamó originalmente Parque nacional de la Montaña de Covadonga, cubriendo por entonces sólo el macizo occidental. Y fue impulsado por el gijonés Pedro Pidal, primer alpinista en coronar el Urriellu, y al que pretendemos visitar hoy en el Mirador de Ordiales (dos años después de la última vez).

Allí, grabado en la roca, está su conocido y poético epitafio, donde reposan sus restos:

Enamorado del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, en él desearíamos vivir, morir y reposar eternamente, pero, esto último, en Ordiales, en el reino encantado de los rebecos y las águilas, allí donde conocí la felicidad de los Cielos y de la Tierra, allí donde pasé horas de admiración, emoción, ensueño y transporte inolvidables, allí donde adoré a Dios en sus obras como supremo artífice, allí donde la Naturaleza se me apareció verdaderamente como un templo.

El parque actual cuenta con más de 67000 hectáreas, repartido entre las vecinas regiones de Cantabria, León y Asturias. Con ciertas polémicas y problemas en su gestión, esperemos que dure muchos años más, y que guarde las esencias de este pequeño rincón, tan rico en flora, fauna y etnografía. Y en montañas por supuesto.

Que cien años no es nada, o algo así decía la canción.


Sábado 12 de mayo de 2018

Siempre es un placer madrugar para ir a visitar los Picos. Lo malo que esta vez se nos va a torcer un poco la historia: Raúl debió levantarse con el pie izquierdo (o en su caso el derecho), Calixto igual miró mal a alguien, yo debo estar de lunes. No sé, algo raro pasa hoy.

Alegres y ufanos por la nacional 634, pasamos Arriondas y llegamos a Cangues, parada obligatoria para desayunar en la estación de autobuses, el único bar que en teoría puede atender a 60 personas en un tiempo razonable. Pero no parecen muy alegres de vernos y nos sirven un poco de mala gana. En fin, no pretendamos caer a todo el mundo bien.

¡Seguimos a Covadonga! En el santuario nos reciben una niebla espesa... y también los guardas del parque, que custodian el acceso a la carretera de los Lagos, cada vez más cerrada al tráfico particular. Por algún error administrativo u olvido, no nos quieren dejar pasar, ya que hay que pedir permiso con antelación al Consorcio de Transportes de Asturias. Lo hicimos (somos serios y formales) pero parece que se traspapeló. Aburridos esperamos media hora a que se resuelva el entuerto, con las ganas que teníamos de caminar. Cabreo aumentando.

Por mi nos dejamos de milongas y privatizamos la carretera de una vez, y de paso le cambiamos el nombre al lago Enol por LASA "lago de los autobuses Ḷḷuarca sociedad anónima". Otro caso más de infraestructura creada con dinero público y saqueada (ups gestionada quería decir) por lo privado. Ahora ya desde mayo la carretera es suya con un horario cada vez más restrictivo.

Somos positivos y no permitimos que esto nos amargue el día, así que en un rato estamos caminando por la Vega de Enol como si nada. El cielo amenazante parece querer descargar sus aguas sobre nosotros en cualquier momento, y la vista de las torres santas cargadas de nieve hasta los topes nos auguran que va a ser imposible subir hasta el mirador.

A la vera del lago Enol no hace mucho sol

Las peñas santas con "algo" de nieve. 2018, año de nieves, año de bienes (para los de siempre)

Estos días primaverales en Asturias son un misterio, y cuando se elige la indumentaria hay que jugársela. Tan pronto sale el sol, como nieva. ¿Llevo pantalón corto? ¿Pongo crampones? ¿Cojo el bañador por si me doy un chapuzón en el lago? Dudas existenciales de las mañanas de los sábados.

La subida al refugio de Vegarredonda es de sobra conocida por nosotros, y atraviesa unos cuantos lugares muy transitados de los Picos: la pista de Vega de Enol, Pandecarmen, el pozo del alemán (Roberto Frassinelli, el alemán de Corao), las preciosas praderías de Vega la Piedra y Vega de Canraso, la majada de Rondiella y finalmente el collado de la Gamonal, tras el cual se llega al refugio. Es un camino fácil, pero aparece la niebla y la nieve, así que nos agrupamos para ir más seguros. No es la primera vez -ni será la última- que alguien se pierde por aquí.

Más nieve por favor, que no nos cansamos

Refugio de Vegarredonda (1460m) y GM Uniovi

Guardo un grato recuerdo de todas las veces que dormí en este lugar, con el Grupo de Montaña Uniovi va a hacer dos años. Una noche cené una paella riquísima aquí -mmmm-.

Hay demasiada nieve y se decide no continuar hasta Ordiales. Es una lástima, el marqués tendrá que recibirnos para otra vez. Aunque creo que no íbamos a ver mucho desde el mirador... Así que, aunque no nos dejan usar el baño, que está cerrado con llave, paramos a comer aquí, unos en el refugio y otros fuera. Jefe no te enfades más o te saldrá una úlcera. Yo ya empiezo a ver las cosas de otro color, en concreto verde, verde como el orujo de hierbas que me tomé de postre.



Sin más alternativas que bajar, y aunque se está muy a gusto dentro del refugio, retrocedemos por donde vinimos y la primavera asoma en algunos momentos, deleitándonos a veces con rayos de sol y las vistas bonitas que nos privó antes la niebla. Qué bonitos son los Picos.

Llegamos al aparcamiento del Lago Enol y el autobús no está, y tampoco hay cobertura de teléfono. Y empieza a nevar a todo trapo -este tiempo está más loco que la gente-. Tranquilos todos, vivaquear aquí no sería tan malo. Después de un rato el autobús aparece: la mitad del aparcamiento estaba ocupado por el avituallamiento de una carrera y la otra mitad es propiedad de la famosa empresa de autobuses, que nos echa de allí. Cabreo máximo. Necesitamos matar a alguien, también nos sirven unas cervezas.

Volveremos aquí en situaciones más propicias. ¡Nos vemos en las Ubiñas!

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miércoles, 2 de mayo de 2018

Veigas - Lago del Valle (28 abril 2018)

Repetimos en Somiedo dos semanas después (Arbeyales - La Mesa - Saliencia), y si la vez anterior tuvimos un día primaveral, el largo invierno que parece no terminar nos regala una jornada fría y lluviosa hoy. Somos así, nos gusta estar pasados por agua, para no tener que ducharnos luego en casa, y si es granizo y nieve -como esta vez- mejor que mejor.

Con cierta sensación de déjà vu nos ponemos en marcha: madrugar un sábado, abrir el aparcamiento de Ciencias, reunirnos todos en el punto de encuentro, esperar por Ana Mañanes, desayuno pantagruélico en el Gran Hotel Cela, las curvas infinitas de la carretera de Somiedo, el "¿me pongo polainas o no hacen falta?", el "¿pisaremos nieve hoy?" And so and so on.
El eterno retorno... salvo que el precioso día tricolor que tuvimos el 14 de abril no se multiplica por dos en este desangelado 28. Otro frente más que deja nieve y lluvia en Asturias, y otro frente más que nos obliga a cambiar de planes. El ascenso a los Albos es imposible y tendrá que posponerse para otra situación más propicia.

Somiedo no nos cansa. Con estos paisajes es normal

La amenaza de nieve a cotas bajas y la niebla presente en las alturas no nos deja otra alternativa que recorrer una ruta sencilla: subir al Lago del Valle, pero no desde la carretera que sube desde Pola de Somiedo (imposible para un autobús grande), sino desde Veigas, en la subida a la Farrapona, en el valle paralelo de Saliencia.

23 km, nada para nosotros

Nos ponemos en marcha sin perder un segundo porque estamos seguros de que la lluvia hará presencia antes o después. Esperemos que sea después. Tras un kilómetro por carretera la abandonamos para tomar una pista ganadera ascendente que nos lleva a Valle del Lago, precioso y alargado pueblo con varios barrios y casas desperdigadas por aquí y por allá. Tiene un camping donde pasé un gran fin de semana hace unos años.

Curiosa toponimia: Valle del Lago (el pueblo) y Lago del Valle (el lago). Para qué complicarse la vida.

Desde el pueblo arranca la pista que sube al lago y que recorren multitud de turistas habitualmente -incluso hoy con el día que hace-. El camino, muy cómodo y sencillo para cualquier persona, sube de manera gradual hasta el lago, recorriendo el espectacular valle glaciar en forma de "U".

El día gris y las fotos no hacen justicia al espectacular valle

Más y más teitos

La pista recorre fincas y brañas con sus teitos, hasta llegar a su final: el Lago del Valle. Situado a los pies de un circo glaciar, es el mayor lago de Asturias y es un perfecto comedor para dar buena cuenta de nuestros víveres. Si no fuera por el viento frío y la sensación térmica. Helados, comemos deprisa y bajamos casi corriendo, ya que la lluvia llega puntual. Lluvia lluvia... más bien nieve y granizo.

Lago del Valle (1560 m)

Un grupete dentro del Grupo toma la delantera, gana unos minutos al reloj y muy hábilmente se detiene para saborear un pote de berzas en Casa Cobrana. ¡Cabr*nes! Los demás nos quedamos con las ganas. Ahora sí que las precipitaciones caen sin tregua, y hay que apretar el paso para volver a Veigas cuanto antes.

Empapados llegamos al autobús. Ropa seca y como nuevos. Habrá días mejores, en Somiedo y en otros montes. Aquí volveremos, pero ahora toca cambiar de lugares, y movernos a Picos y a Ubiña para las siguientes rutas. Las últimas de la temporada. No te las pierdas.

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